Hoy quiero contarte algo muy íntimo, muy mío, mientras abrimos un espacio de memoria, amor y celebración. En muchas culturas, la muerte se vive como un adiós, un cierre. Pero en otras, como en la tradición del Día de los Muertos, es más bien un puente, una visita, un “volver” cargado de sentido. En México, por ejemplo, se cree que las almas de las mascotas fallecidas regresan el 27 de octubre para reencontrarse con sus familias a través de altares, fotos, juguetes y su comida favorita.
Hoy, en este espacio de Eco de Vida, quiero rendir homenaje a mi ángel de cuatro patas: Blu. Hace 15 años llegó a mi vida de forma inesperada. Yo buscaba una gata, él era un gato blanco que nadie quería —“es muy bravo”, me dijo la voluntaria de la fundación de animales—, y lo adopté casi por impulso. Y vaya que ese “pequeño” gato me enseñó que el amor no siempre es docilidad, que los guardianes no siempre son suaves, que el vínculo puede nacer en la resistencia.
Blu se convirtió en mi compañero en la parte más intensa de mi vida: cuando el cáncer apareció, cuando el cuerpo gritaba, cuando la mente dudaba. Aun cuando él decidió alejarse en esos momentos —quizás porque absorbía mi energía, quizás porque me cuidaba a su modo—, ahí estaba. Lo que al principio parecía posesión —no dejaba entrar a nadie a mi cuarto— se transformó con el tiempo en protección pura.
Cuando él enfermó, su cansancio me lo reflejaba a mí. Y cuando llegó el momento de soltarlo, mi corazón lloró el adiós. Pero hoy, en este día especial, lo celebro. Porque Blu murió, sí. Pero lo que Blu dejó sigue vivo. Sus ojos, sus maullidos, su presencia intensa, se volvieron enseñanza: sobre la fidelidad, sobre la transformación, sobre lo sagrado en lo cotidiano.
El Día de los Muertos para los animalitos nos enseña a reconocer que no se van del todo. Que quizás cruzan a otro plano, pero siguen cuidándonos, guiándonos, inspirándonos. Que los altares no son solo de dolor, sino de gratitud. Y que ese lazo que creamos con nuestros compañeros animales trasciende la forma, pero no el sentimiento.
Por eso hoy coloco flores invisibles para Blu, encendemos velas compartidas para su recuerdo y celebro su vida con lágrimas, risas y una promesa: nos seguiremos encontrando en sueños, en susurros, en el viento que pasa por el borde de mi ventana. Porque el eco de su vida aún vibra.
Gracias por acompañarme en este homenaje, por formar parte de Eco de Vida y dedicar un instante a la memoria de Blu. Abre tu corazón, celebra a quienes amaste y ya no están aquí en cuerpo… y permite que su energía siga inspirándote. 🌿✨ Te invito a escuchar el episodio en Spotify y Youtube.
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Que hermoso ❤️
ResponderEliminarMuchas gracias ❤️
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